Por Juan Fernández
La reciente renuncia de Fortunato Spiazzi ha sacudido los cimientos del Club Juventud Urdinarrain y de la Liga Departamental. Spiazzi, un nombre sinónimo de dedicación y pasión, ha decidido poner fin a una era que abarcó casi cuatro décadas de servicio ininterrumpidos en el club donde había llegado con apenas 18 años junto a Marcelo Miño. Este histórico delegado no solo dejó una huella imborrable en la institución, sino que también se convirtió en un pilar fundamental del fútbol local.
Fortunato Spiazzi, con su vasto conocimiento del fútbol (Es DT nacional), desde jugadores hasta técnicos y mercados de pases, desempeñó un papel crucial en el desarrollo del club. Durante casi treinta años, su influencia y sabiduría fueron indispensables para Juventud Urdinarrain. Sin embargo, a pesar de su importancia, Spiazzi siempre prefirió mantener un perfil bajo. Era una figura común detrás del alambrado, atento a cada jugada, y a menudo se le veía armando planillas o gestionando detalles administrativos sin buscar reconocimiento. Su humildad fue característica distintiva, lo que hacía difícil encontrar fotografías suyas adjudicándose los laureles de los éxitos deportivos del club.
La Liga Departamental de Fútbol de Gualeguaychú también sentirá profundamente la ausencia de Spiazzi en sus reuniones. Durante casi tres décadas, su conocimiento en la organización de torneos y su voz en las deliberaciones fueron invaluables. Su capacidad para navegar las complejidades del fútbol local hizo de él una figura respetada.
Esta semana se conoció la renuncia de Spiazzi, un hecho que no podía pasar desapercibido, al menos para mí, en particular, es un evento que marca el fin de una era. En mis inicios como relator, asistí a todas las reuniones de la Liga, donde tuve la oportunidad de aprender mucho sobre el fútbol local de la mano de este hombre. Su legado de dedicación y amor por el fútbol quedará para siempre inscrito en la historia del Club Juventud Urdinarrain.
Ojalá Fortunato Spiazzi siga vinculado a nuestro fútbol, compartiendo su invaluable experiencia y pasión con las futuras generaciones. Su nombre y su obra permanecerán como un símbolo de lo que significa verdaderamente amar y dedicarse a un deporte.