Elvira Indarte de Irigoitía , es una abuela de 104 años que vivió durante muchos años en Urdinarrain. Nació el 20 de junio de 1915 en Nogoyá, luego vivió en Gualeguay donde realizó la escuela primaria y después se traslado a Urdinarrain donde vivió hasta hace 15 años que fue a radicarse en Gualeguaychú donde a sus 104 años vive en esa ciudad.
Hace unos días, la abuela Elvira grabó un vídeo que se viralizó en redes sociales donde preocupada por lo que sucede en el mundo con el impacto del coronavirus, deja un mensaje emotivo pidiendo que todos se queden en casa.
La repercusión del vídeo fue tal que este 01 de Abril, Elvira fue entrevistada via Skipe por Guillermo Andino en el programa Informados de Todos, donde dejó el mensaje de «quedate en casa», y además recordó con afecto a Urdinarrain (ver vídeo).
Elvira Indarte de Irogoitía, de 104 años, formó su familia en Urdinarrain tuvo 5 hijos y tiene 13 nietos, 20 bisnietos y 2 tataranietos. Nacida en Nogoyá el 20 de junio de 1915, hija de padre uruguayo (Pedro Indarte) y madre argentina (Manuela Acosta) y casada con Nicolás Adán Irigoitía, de quien enviudó hace 46 años y nunca volvió a hacer pareja.
En Agosto de 2019, el Dr. Julio Zarra escbrió una nota que fue publicada en Diario El Día de Gualeguaychú:
Asisto diariamente a infinidad de enfermos de Alzheimer y sigo todavía hasta el día de hoy estudiando sobre esta enfermedad. Las horas que dedico a mi trabajo asistencial hacen que prácticamente “conviva” todo el tiempo con adultos mayores en el consultorio y que, aunque me dedico bastante a la prevención, vivo entre personas mayores con afectación de sus funciones cerebrales. Y cuanto más mayores, más déficit de sus funciones intelectuales. Por eso es que cuando me enteré de que en Gualeguaychú vivía una señora de 104 años de edad, inmediatamente me interesó ir a conocerla. Me concertaron una cita, para que fuera a visitarla una noche a su casa. Y ahí comienza mi gran sorpresa, cuando creí que me iba a encontrar con una anciana con sus funciones intelectuales descendidas por la involución generada por el paso del tiempo, resulta que me encontré con una joven de 104 años, con la que pude tener una prolongada conversación de igual a igual, una mujer hiper-lúcida, chispeante, de ingenioso y perspicaz humor, con el toque justo de ironía inteligente y una velocidad mental que me dejaba boquiabierto, que respondía rápidamente mis preguntas con mecanismos de pensamiento envidiables, haciendo de ese encuentro un delicioso e inolvidable momento para mí, que por refinado y exquisito lo sigo disfrutando cada vez que lo recuerdo.
Elvira Indarte de Irigoitía, una joven de 104 años
Aquella noche de intenso frio, mientras caminaba hacia su departamento, me emocionaba pensar en qué ocurriría, era la primera vez en mi vida que estaría frente a una persona de esa edad, y mientras el ascensor subía al 9º piso iba tratando de imaginar con qué me iría a encontrar. Entré al departamento jovial y alegremente amoblado, con un muy buen gusto de una estética bien actual, me recibieron su hija Betty (la única en Gualeguaychú ya que sus otros hijos viven dispersos en provincias bien alejadas) y su nieta María Laura, quien me había posibilitado este encuentro. Y ahí estaba sentada Elvira, con una sonrisa de nena de 4 años pero que había vivido la edad de muchas vidas, con una sabiduría centenaria en su mirada y una actitud cálida y receptiva, serena, franca y sincera. Y así comenzamos una conversación locuaz e inteligente, en un incesante y veloz ping pong de preguntas y respuestas, donde hablamos de la vida y de la muerte, de la familia y la amistad, de Dios y de la fe, de política, de sueños y esperanzas, de certezas e incertidumbres y Elvira con la seguridad y templanza de una mujer que ha vivido intensamente su prolongada vida, que ha conocido el amor, las miserias y las grandezas, la debilidad y la fortaleza, todo con una locuacidad y una velocidad mental que conjuntamente con su apariencia física (para mí, de 30 años menos de los que dicen su D.N.I.) que hacía que todo el tiempo tuviera la sensación de estar frente a alguien de mi misma edad.
Y así reproduzco algunos pasajes extractados de la rica conversación de aquella noche con Elvira Indarte, de 104 años, que tuvo 5 hijos y tiene 13 nietos, 20 bisnietos y 2 tataranietos. Nacida en Nogoyá el 20 de junio de 1915, hija de padre uruguayo (Pedro Indarte) y madre argentina (Manuela Acosta) y casada con Nicolás Adán Irigoitía, de quien enviudó hace 46 años y nunca volvió a hacer pareja.
Elvira, ¿usted de alguna forma se ha propuesto llegar a esta edad, o le sale naturalmente vivir tantos años?
Yo me pregunto ¿por qué vivo tanto Señor? Por el amor de mis hijos y mis nietos, mis padres que los cuidé tanto. ¿Será que Dios me da esa gracia? Y todo el día pienso, es por el amor a mis hijos que puedo vivir tanto.
¿Vive usted sola en esta casa? Si, vivo solita. Mi hija vive en este mismo edificio y viene seguido. Y tengo una chica que viene 3 horas a la mañana a ayudarme con los quehaceres de la casa. Y tengo mis médicos que me cuidan mucho, mi nieto Focaraccio, nuestro amigo de la familia Luis Emilio De Zan y mi bisnieto Santiago Focaraccio.
¿Le gusta vivir sola?
¡¡¡Sí!!!. Me quieren poner una señora, pero yo sola estoy muy bien, estoy tranquila así. El día que este mal, ahí si voy a pedir ayuda.
¿Sale a la calle?
Muy poco. Donde más voy es a la casa de mi nieta.
¿De salud cómo se siente? ¿La operaron de algo alguna vez?
Me siento muy bien. Me operaron una sola vez, de cáncer de colon, a los 100 años. El Dr. Carlos Nemec, una eminencia. No sentí nada. Entré y salí como de un baile.
¿Duerme bien a la noche? Haaa, si! Duermo perfecto, todos dicen que se duerme menos con los años, pero yo duermo perfecto.
¿Y su alimentación?
Como de todo, pero poca cantidad.
¿Y la vista cómo anda? ¿Ve usted bien?
Veo perfectamente. Me operaron de cataratas y ahora veo perfecto. Leo el diario todos los días.
¿Y su memoria?
Me acuerdo de todo, de antes, desde cuando era muy chica, hasta lo de ahora, lo de hoy y ayer. Mi memoria es la misma de siempre.
¿Dónde nació y dónde ha vivido?
El 20 de junio de 1915 en Nogoyá, después fui vivir a Gualeguay (donde hice la escuela primaria) y después a Urdinarrain y luego acá en Gualeguaychú.
¿Si pudiera elegir un lugar para vivir?
Nunca pensé en eso. Me vine de Urdinarrain para Gualeguaychú y estoy muy bien acá. Tranquila.
Habiendo enviudado tan joven, ¿por qué nunca se volvió a casar?
Noooo, yo tenía a mis hijos. El amor de mis hijos me ocupaba todo. Ellos nunca me dejaron sola, y como viven lejos, también yo viajaba a visitarlos.
¿Mira televisión?
Sí, sí, aunque ahora con tanto lio en la política, no me dan ganas de mirar. Me da tristeza y rabia todo lo que está pasando en el país.
¿Va a ir a votar en octubre?
¡Por supuesto que sí!
¿Y a quién va a votar?
He votado en todas las elecciones desde que se le permitió votar a la mujer. Y siempre he sido radical. Y toda mi familia también.
Si pudiera olvidarse del almanaque, ¿qué edad siente que tiene?
A veces pienso: ¿no se han equivocado en el almanaque? No siento que pueda tener 104 años. ¡No lo puedo creer! ¡No puedo creer tener esta edad!
¿Podría pedir 3 deseos en voz alta?
– Dar gracias a Dios por la vida que me da.
– Seguir estando y que Dios me de fuerzas para estar con mis hijos y nietos.
– Que no me falte nada para seguir viviendo.
¿Hacen reuniones familiares?
Si, sí. Vienen todos mis hijos, nietos, bisnietos, tomamos unos vinitos siempre.
¿Cómo es un día suyo Elvira?
Me levanto tranquila, demoro bastante en vestirme, después me hago el desayuno, un té con galletitas. Y cuando viene María (mi empleada) ya estoy sentada en la cocina, todo lo hago sola.
Y me gusta quedarme levantada hasta tarde a la noche. Rezamos el Rosario, me quedo mirando TV y cuando miro la hora ya son las 2 de la mañana o más.
Y si llegara a estar descompuesta por algo alguna vez, viene mi hija a verme y cuidarme, pero no quiero que nadie se quede a dormir.
Tengo teléfono y hablo todos los días con mis hijos. Y cuando vienen a visitarme, cenamos todos juntos y nos quedamos charlando siempre hasta tarde.
¿Cuál es su mejor momento del día?
La noche. Me acuesto tarde, y si viene alguien nos quedamos siempre charlando hasta muy tarde. Y yo disfruto mucho de eso.
Si dividiéramos la vida en 4 partes: la infancia, la primera juventud, la adultez y la adultez mayor, ¿cuál sería para usted la mejor etapa?
La más linda era cuando vivía con mi marido y mis hijos. Vivíamos todos juntos en Urdinarrain.
A mi marido le gustaba salir mucho, así que salíamos todo el tiempo. Íbamos a los bailes, a ver fútbol, básquet. Teníamos una vida social muy intensa. Venia mucha gente a casa a visitarnos.
¿Cómo fueron los partos de sus hijos?
Todos nacieron en mi casa, ayudada por “las viejas”. También le llamaban “matronas” o “comadronas”, pero nosotros les decíamos las “viejas”, que eran mujeres grandes, con experiencia, que sabían hacer partos, pero que ni siquiera eran parteras, eran idóneas. Todos mis partos fueron así, en mi casa. Incluso uno lo tuve totalmente sola, cuando mi marido salió en busca de ayuda, a buscar a la partera, cuando llegaron yo ya lo había tenido solita. Y antes no había anestesia ni nada.
Elvira, en este momento de su vida, ¿a qué le tiene miedo usted?
A nada. Todos me dicen: ¿no le tenés miedo a la muerte? Y yo no le tengo miedo a la muerte ni a nada. Siempre digo acá estoy lista. Y a veces bromeo y digo: acá estoy, esperando la carroza!
El envejecimiento exitoso es bastante más que la simple ausencia de enfermedad e incluso también es más que el mantenimiento de las capacidades funcionales. El envejecimiento exitoso es verdaderamente una actitud en la vida, es lograr mantener la juventud aún con el paso de los años y para esto se aprecian tres valiosas cuestiones:
1) La baja probabilidad de enfermedad o discapacidad.
2) La alta capacidad funcional, tanto física como intelectual.
3) El compromiso activo con la vida.
Así el envejecimiento exitoso está en directa relación con la intención de la evitación de enfermedades y la discapacidad, el mantenimiento pleno de las funciones físicas y cognitivas, y el compromiso activo y sostenido con las actividades sociales y productivas. Una real actitud positiva en la vida que se propone siempre jerarquizar el placer.
Adultos mayores que desean sentirse bien y seguir aprendiendo, siendo sanos y curiosos, son una realidad que era impensable tan solo una generación atrás. En la actualidad, en que la expectativa de vida sigue creciendo año a año, hay una mayor conciencia e interés sobre la importancia de acceder a una buena vejez, sin perder calidad de vida.
* Fundador y Presidente de A.L.EA.